Pese a sus limitaciones, la Unión Europea es, a nivel mundial, el referente de más peso por lo que respecta a la promoción de la democracia, el respeto a los derechos humanos o la lucha contra el cambio climático. Por ello interesa la permanencia en su seno del Reino Unido. La fortalece.

Pero en las movilizaciones que desde hace tiempo se realizan en este país contra el brexit, prima una estética deficiente. Principalmente porque se ven muy pocas banderas británicas. En lugar de eso, abundan las europeas e incluso han aparecido varios símbolos que intentan hibridar las dos enseñas. Pero aunque la intención sea buena, estos últimos no dejan de constituir una pintoresca colección de dudoso gusto.

La Union Jack representa a un país que durante mucho tiempo ha sido la mayor potencia mundial y que, en ese contexto -dentro del inevitable conjunto de luces y sombras que constituye la historia de cualquier nación- presenta uno de los mejores balances de la historia. Eso no debe ser olvidado.

Ciertamente vivimos en un mundo cada vez más interdependiente, donde las políticas nacionalistas carecen de sentido. Pero algo muy distinto es el conservar también la cultura propia. No solamente interesa a los ciudadanos de cada país. Incluso quienes ejercemos de turistas vamos a buscar eso. El cosmopolitismo lo conocemos ya en nuestros territorios de origen.

Quienes desean continuar en la Unión Europea deberían utilizar más la bandera británica. Si no, ante una parte de sus conciudadanos, pueden dar la idea equivocada de que ello implica diluir su identidad. De hecho, es algo que está proporcionando un potente apoyo emotivo a los contrarios a la Unión.

Por otra parte, este tipo de cuestiones hay que cuidarlas en todos los países, también aquí.