Recuerdo cuando al final de los años 70 y principio de los 80 todos los políticos hablaban y pactaban entre sí, sin cinturones ni líneas rojas, entre otras cosas porque ése es el núcleo del arte político. Aquí, en Navarra, por ejemplo, compartieron gobierno Herri Batasuna con UPN y otros. Desde hace unos años, quizá demasiados, desde ámbitos políticos estatales se demoniza a todo aquel que osa hablar con los políticos de Bildu o de la izquierda abertzale. ETA murió mucho antes que su disolución (mentalmente hablando), y vincular a todo Bildu con la violencia de ETA es como vincular a todo el PP con la violencia franquista (que no la condenan) o a todo el PSOE con la de los GAL (que tampoco lo hacen). Pues bien, la consecuencia directa de todo esto es una pesada cadena que nos impide a vecinos de un pueblo llegar a acuerdos con otros vecinos del mismo pueblo sobre, por ejemplo, una piscina o un semáforo, porque en Madrid y alrededores se echan las manos a la cabeza sobreactuando sin disimulo alguno y diciéndonos que los de Bildu no están habilitados para hablar ni de piscinas, ni de semáforos, mientras ellos hablan y pactan con los neofascistas de Vox sin ningún rubor, ofreciéndoles una serie de cargos a cambio de sus votos. Hasta el PP vasco está haciendo esta reflexión, harto de que le digan no hagas tú allá lo que yo hago aquí. Así les ha ido.

¿Me puede decir alguien en qué manual de política dice que esto tiene que ser así? ¿No nos damos cuenta de los obstáculos absurdos que nos ponemos en la negociación política? Navarra ha sido y es un ejemplo paradigmático de este escenario, y no sé hasta cuándo durará esta tontería. Mientras tanto veremos casos como el del Ayuntamiento de Uharte, nadie está contento: la alcaldesa autoproclamada no quería ser alcaldesa, y los dos que querían ser alcaldes se quedan en concejales. Por eso, a mi entender, la personalidad política es necesaria en cualquier ámbito, más aún en el municipal, y demostrar a Madrid y alrededores que se puede hablar con Bildu también de piscinas y semáforos.