En nuestro artículo Hasta aquí hemos llegado (DIARIO DE NOTICIAS, 7.7.2019), firmado por Víctor Moreno, José Ramón Urtasun, Carlos Martínez, Carolina Martínez, Pablo Ibáñez, Orreaga Oskotz, Clemente Bernad y Txema Aranaz, miembros del Ateneo Basilio Lacort, se afirmaba que en las elecciones del 3 de abril de 1979 el Partido Carlista había obtenido, con el pretendiente a la cabeza, 12.165 votos en Navarra; votos relativos, obviamente, al Parlamento navarro.

Una persona, con un nivel de desarrollo medio en competencia lectora, entendería fácilmente que el aludido pretendiente estaba al frente del Partido Carlista, no en la lista electoral de los aspirantes a parlamentarios navarros. Lo suyo era aspirar a gobernar España. Un respeto, por favor.

El hecho de no especificar este dato ha llevado a quienes, carlistas de hoy, más nos han leído aunque nunca comprendido, menos interpretado, a tacharnos de poca seriedad, por no señalar que el pretendiente del Partido Carlista sí se presentó en las elecciones generales al Parlamento español de ese año 1979, obteniendo 19.522 votos (7,7%). Y concluir finalmente: “¡Cómo para fiarse de los datos que presentan estos señores del Ateneo Basilio Lacort en sus artículos!”. ¡Fíjate!

La verdad es que, para no fiarse de los datos que utilizamos en nuestros artículos, estos carlistas no han dejado pasar ocasión para hacer publicidad historicista de la momia de su partido. Y, la verdad, resulta bastante penoso contemplar que la única argucia utilizada para quitarse de encima nuestros comentarios sea apelando a la infantil sinécdoque del bobo, es decir, a la parte por el todo.

Para colmo, una parte que resulta en todo exacta y rigurosa: “el partido carlista obtuvo en las elecciones de 1979 al parlamento navarro 12.165 votos”, obviando, como es su costumbre, la tesis de cada uno de nuestros artículos: que el Partido Carlista ha sido una maldición para la Historia de Navarra y un cáncer en 1936, por lo que resultan muy comprensibles sus continuas apelaciones a su antifranquismo, autogestionario y federal, suponemos. Con su pan se lo coman.