Me entristece mucho la noticia, Javier era un tipo genial. Algunos empezamos a hacer teatro, a finales de los setenta, a partir de sus estimulantes sesiones de expresión corporal, e incluso pusimos en pie, con él, un espectáculo de pantomimas. Hasta teníamos nombre: La mandarra. Me quedo con su sonrisa tímida, su calma, su inteligencia y sus buenas vibraciones. Hizo mejor este pequeño mundo nuestro. No lo olvidaremos. No te olvidaremos. Agur, Javier, gracias por tu energía y tu generosidad.