Soy una ciudadana navarra que he tenido que desplazarme a Bilbao a ayudar a mi madre, de 93 años, a sobrevivir o a morir lo más dignamente que pueda. Llevo aquí dos días y medio, y en ellos he escuchado del personal sanitario que la está atendiendo una cosa y la contraria varias veces. El miércoles 8 de abril ingresó por posible coronavirus, no sin antes varias discrepancias entre los médicos que la habían visto. Desde el jueves 9 por la mañana hasta hoy viernes 10 a las tres de la tarde ha sido negativo después de una PCR. Y desde hoy hasta mañana, vuelve a ser posible positivo.En este periplo, tanto ella, como mi hermana, sus nietos, yo… hemos intentado mantener la calma y ser lo más responsables y solidarias que hemos podido. Hubiéramos podido despotricar contra el personal sanitario cuando nuestra ilusión se ha vuelto a venir abajo, pero no lo hemos hecho. No lo hemos hecho porque, además de estar profundamente agradecidas por cómo nos están acompañando en esta montaña rusa de emociones, somos conscientes de la gran dificultad a la que se están enfrentando, en todos los sentidos.Por si usted no lo sabía, esta enfermedad era totalmente desconocida y se tiene que ir haciendo ciencia sobre la marcha, pero a la vez con prudencia y sin decisiones precipitadas. No sé si se hace una idea de lo que esto significa.Intuyo que la prudencia es un atributo del que usted no está muy sobrado. No es una cuestión de ideología. En todos los partidos políticos, de derechas o izquierdas, nacionalistas o no nacionalistas, protaurinos o antitaurinos… hay buena gente y gente sin escrúpulos, hay destalentados y gente sensata, en fin, qué le voy a contar que usted no sepa.Después de escuchar su intervención en el Congreso de los Diputados, me he sentido como si estuviera ante un auténtico carroñero y ante un descerebrado. Hoy, me ha hecho sentir vergüenza, no ya como navarra, sino como persona.Por favor, en lo sucesivo intente comportarse, y si no es capaz de sumar, por lo menos no reste.