El motivo de nuestra carta es, una vez más, hacernos eco de la compleja problemática que aqueja a las personas que tienen un diagnóstico en salud mental. Más concretamente de aquellas personas que viven en régimen de encierro.Para el común de los mortales la privación de libertad viene precedida de un hecho delictivo. Nosotros, por el contrario, podemos caer en el encierro solo por el diagnóstico. Además, es frecuente la incapacitación. La incapacitación, como nos dijo un abogado especialista en el tema, es la muerte civil de quien la padece, dejas de ser dueño de ti mismo para depender de un trabajador de la fundación tutelar.El tutor asignado normalmente tiene tantos incapacitados que no puede dar una atención como las personas merecen. En el centro de internamiento al que nos referiremos las cosas van mal. Son múltiples los aspectos que no se cumplen, y no se ve por parte de la dirección intención de revertir prácticas y comportamientos absolutamente viciados. Pondremos varios ejemplos para que el lector se haga una idea:Duermen en colchonetas, con el sufrimiento que esto trae para la espalda; la alimentación es mala y escasa; un tanto por ciento elevado de los trabajadores tiene dos empleos, por lo que el cansancio y mal humor está presente en el trato dispensado a los usuarios.Hay un psicólogo y un psiquiatra para 120 pacientes, con lo que la atención es nula o muy escasa en todos los casos.Las actuaciones llegan a una gravedad tal como poner a un auxiliar presente en la conversación entre un paciente y su psicóloga externa al centro.Y así podíamos seguir mucho tiempo más, por cierto que también tenemos que reseñar una mejora en las instalaciones. Han subido la valla que rodea el perímetro con unas concertinas, lo que aumenta la sensación de cárcel en lo que debería ser un sanatorio donde se ocuparan de la salud mental de los residentes.

El autor es representante de la Asociación Mejorana