Siempre me ha parecido muy extraño que alguien no coma fruta. A un compañero de estudios, tranquilo y elegante, no le gustaba la fruta. Tampoco jugar al fútbol. Años más tarde conocí a una muchacha con un vestido largo hasta los tobillos, estampado de flores y tocada con un sombrero de fieltro con flores secas, sencilla y hermosa, que tampoco comía fruta. A la edad de amar se echó novio y más tarde lo dejó no se sabe por qué. Cuando ya no tenía remedio, me di cuenta, de repente, por qué no comía fruta. La fruta era ella; hay que probar los frutos regionales y saber de su sabor, su olor y gusto en cada estación del año. Pensando, pensando, entendí que la vida es un gran misterio que merece la pena escudriñar, aunque nunca o casi nunca llegues a una clara conclusión. No creo en los milagros, pero sí en la belleza neta del misterio. La fruta madura es uno de ellos. Y los copos de nieve.¡Feliz Año Nuevo! ¡Urte berri on!