Escribo desde la más profunda indignación. Me gustaría poder hacerlo desde otro lugar, pero la situación de la que voy a hablar es así, tal cual: indignante.Hace unos días los medios recogían una misma noticia con dos caras absolutamente opuestas: mientras que Israel recupera la vuelta a la normalidad después de que más de la mitad de su población ya haya recibido la vacuna frente al covid-19, de los 5,2 millones de palestinos de Cisjordania y la franja de Gaza solo 16.000 han sido inmunizados. La población palestina permanece totalmente desprotegida frente a una situación que no deja de empeorar y que ha obligado a decretar el estado de emergencia en todo el territorio cisjordano tras registrarse una tasa sin precedentes de 2.000 contagios diarios y desbordarse las hospitalizaciones por casos graves. Los hospitales alcanzaban esta semana el 110% de su capacidad.Es indignante: Israel está cometiendo una violación del derecho internacional humanitario. En las Convenciones de Ginebra se dice específicamente que, en caso de pandemia, la potencia ocupante tiene la responsabilidad sanitaria de vacunar. ¿Y qué hace Israel? Utilizar su excedente de vacunas para negociar con otros países. Hace más de un mes Israel se comprometió a suministrar 5.000 vacunas entre la población palestina -¡5000 vacunas!- en un intento fallido de desviar la atención. Pero lo que está en juego es vital: la salud de más de 5 millones de personas ahogadas por el bloqueo y la ocupación por parte de la potencia que le niega su derecho a la inmunización. Estoy indignada pero, por supuesto, en UNRWA no podemos quedarnos de brazos cruzados. En el último año, y sin dejar de lado nuestros programas, toda nuestra energía y todos nuestros medios se han volcado en evitar una catástrofe que hubiera sido irreversible. Y así seguimos: abriendo las puertas de nuestros centros de salud para atender a las personas enfermas; distribuyendo por las casas las medicinas para que nadie vulnerable tenga que exponerse a más riesgos.Seguimos al lado de una población que no hace más que levantarse de los continuos golpes a los que se ve sometida. Seguiremos reclamando sus vacunas por parte de la potencia ocupante pero, sobre todo, queremos seguir aportando derechos a sus necesidades. No todo el mundo es consciente de esta terrible injusticia, y por eso necesitamos a nuestro lado a personas comprometidas.