Poner un espejo frente a otro y contemplar cómo los dos se comportan reflejándose, es una de las mejores maneras de entender el infinito. Que es exclusivamente un concepto humano, porque el universo es infinito, pero no lo sabe. Si ves un planeta, existe; si no lo ves, no existe. Cosas de este pelo se te pasan por la cabeza cuando descansas en las vacaciones, en silencio, frente al prado y "con pobre mesa y casa, en el campo deleitoso... toda su vida pasa, ni envidiado ni envidioso". Allí puedes contemplar la paleta múltiple de verdes, que los pintores saben captar y plasmar.

También te preguntas cómo se las arregla el agua para subir desde las raíces a las hojas y a las ramas más verdes de los árboles. Cosas simples que pasan cada día ante los ojos y que el ruido y la furia diaria no nos dejan disfrutar. En la dulzura de la brisa y los colores de la campiña, aunque el vecino te moleste cortando la hierba con la desbrozadora.

Que la modernidad trae esas horribles consecuencias. Con lo bonito que es ver segar con una guadaña, sobre todo si lo hace otro y no te duelen a ti los riñones; y el olor a hierba mojada te inunda. Cosas del verano.