Por muy agorero que resulte, me temo que el SARS-CoV-2 estará entre nosotros este año, el que viene y, seguramente, otros dos o tres años más. Hasta que no consigamos una inmunidad de grupo a nivel global del 90 por ciento seguirá mutando y haciendo de las suyas. Y no lo digo yo, lo dice la OMS. En un informe recientemente publicado, se hace referencia a las variantes que ha ido encontrando desde el comienzo de la pandemia hasta el día de la fecha. En total son once. La más preocupante-virulenta es la Delta. En definitiva, nos enfrentamos ante un patógeno altamente nocivo con capacidad de cambiar su genoma para poder soslayar cualquier resistencia biológica, bien sean los receptores de las células D4 o ¡las vacunas! Y aquí quería llegar. Parece ser que España ha comprado el desiderátum de los laboratorios Pfizer: "Para vencer totalmente al virus es necesario ponerse una tercera vacuna de recuerdo". A mí me parece estupendo que quieran hacer caja, pero, ¿de recuerdo para dar cobertura exactamente a cuál de las once variantes? Porque no todas protege. Y la que protege, protege. Lo que se necesita realmente es una vacuna que modifique su estructura con cada variante que vaya apareciendo. Como se hace con las de la gripe. ¿Pueden ustedes hacerlo, señores de Pfizer?