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España e Islandia

Dice el tango que veinte años no es nada, cosa que es muy cierta, sobre todo, para los que tenemos unos años. Y en un tiempo tan relativamente corto, los partidos que nos han gobernado, PP y PSOE, han conseguido la proeza de convertir un país con superávit económico y con un fondo de pensiones muy holgado, en uno de los países con la mayor deuda del mundo respecto a su PIB (1.500.000.000.000, un billón quinientos mil millones de euros) y haber dilapidado de manera inmisericorde, la hucha de las pensiones, en un ambiente de omnipotencia y corrupción, de la mano de los tribunales de justicia, cómplices de la estafa. Pensando en nuestro desastroso futuro sería importante tener en cuenta lo que hizo la ciudadanía de Islandia para conseguir derrotar al tándem, corrupción política-banca. Los islandeses disfrutaban de un falso bienestar, conseguido por sus políticos, a costa de la acumulación de una gigantesca deuda pública. Cuando hizo crisis en 2008, vieron que habían sido estafados por sus políticos, financieros y banqueros. ¿No sé si os suena de algo? Pero los islandeses, un día sí y otro también, salieron a la calle hasta conseguir la dimisión del gobierno y de lo que sería aquí, el gobernador del Banco de España, acusados de negligencia y complicidad por no haber intervenido para detener el enriquecimiento ilícito de los bancos y los continuos fraudes económicos de sus partidos políticos. Se negaron a aceptar la deuda, se intervino la banca y se acorraló a los responsables. 31 políticos, incluido su presidente resultaron condenados a más de 99 años de cárcel. Hoy tienen una nueva Constitución en la que está claro que la dimensión política de la ciudadanía va mucho más allá del voto. Que tienen el derecho y la obligación de participar de forma directa en todas las decisiones del gobierno no especificadas en el programa electoral, seguido muy de cerca por una comisión independiente, como hacen los suizos. Lamentablemente, las democracias con el tiempo, en prácticamente todo el mundo, se han ido corrompiendo y necesitan un antivirus y constituciones que controlen los excesivos derechos de los políticos y su corrupción. Probablemente nuestra única salida y el ejemplo a seguir sea lo de Islandia, curiosamente no muy difundido en su momento por la prensa internacional.