Con las obras del parque de Arantzadi del año 2013 se construyó una carretera de nuevo trazado por el interior del meandro. Los padres y madres del colegio de El Redín, que ya causaban importantes atascos en la carretera de El Vergel, tuvieron así la posibilidad de recorrer la nueva vía para salir por la parte de la piscina municipal. También utilizaban la nueva carretera los usuarios de la piscina que utilizaban el coche. Ya entonces los márgenes de la carretera y cualquier espacio libre y accesible del parque se convertían en aparcamiento incontrolado y masivo los días de fiesta o reuniones del colegio y en las jornadas de formación que organizaba la Can en su sede de sabiólogos a las que casi todos los participantes acudían en coche. Actos todos ellos esporádicos, pero no tanto.Uno de los principales valores de Arantzadi -la escasez de tráfico rodado y la paz y tranquilidad que ello conlleva- se puso en peligro entonces. Con el establecimiento de las Zonas de Estacionamiento Regulado (OTA) en Txantrea y Rotxapea, se ha abierto a los coches desplazados de estos barrios un semáforo verde para circular y aparcar sin límite en Arantzadi. El tráfico es incesante y los coches ocupan todos los lugares posibles: los lindes de la carretera en el interior del meandro, el aparcamiento improvisado junto al convento de las Agustinas de San Pedro, que crece y crece sin control alguno -en Google Maps viene señalizado como parking de autocaravanas- y el aparcamiento habilitado para los usuarios de las huertas, ahora repleto de vehículos.Da la impresión de que el Ayuntamiento consiente este estado de cosas. Quizás porque es inminente el inicio de más obras en el parque. ¿Supondrá esta segunda fase el control y disminución del tráfico o existe ya una decisión municipal previa de asumirlo y de convertir Arantzadi en una vía urbana con oferta de abundante aparcamiento gratuito?