Escribo con emoción agradecida. ¡Gracias Ekia, Luz! Veros y escucharos, y mirar la cara redondota y apacible de Ekia, ha sido como si se hubiera abierto una gran puerta, como si se hubieran despejado los nubarrones de un año incierto que se nos presenta inexorable en estas fechas. No podíais haber elegido un mejor nombre. Para mí, personalmente, se ha encendido una luz entre plateada y azul cromo, cálida como la de una vela navideña, titilante como las estrellas de estas noches frías de Pamplona. Nacer en una comunidad de vecinos en la que las risas de niños son sólo "de visita", y donde la idea de "vida" tiene más de final que de comienzo, veros sonreír ante lo que estáis mostrando, el silencio dormido de Ekia que muestra luz, ante el desasosiego contagioso que mostramos las personas desde hace dos años, ante la heroicidad del personal del Hospital que os ha atendido, vuestra multiculturalidad gozosa, todo esto ha hecho emocionarme y gritarme a mí mismo y a cuantos habéis sentido lo mismo: resistir.Al tiempo que nacía Ekia, en ese mismo momento estábamos recordando a vuestro vecino al que, no hace una semana, se le terminó su luz. También él se llamaba "luminosidad", Luis. Por esto también me emociono, porque habéis traído ekia a nuestro entorno que oscurece.