Por este medio, leí una carta de agradecimiento al Dr. Oria. Era de una persona a quién había tratado durante 22 años y se despedía de él con unas palabras que reflejaban perfectamente la esencia de un médico que resulta, en estos días, un raro y bello ejemplar humano y profesional. Me sumo a este agradecimiento ya que también fui, o mejor dicho, sigo considerándome (porque me acuerdo de él a diario, al desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar) paciente del Dr. Oria.En sólo dos visitas que tuve con él, fue capaz de conectar conmigo y dejarme una huella, animándome a luchar.El Dr. Oria sorprendía. Por su tono directo, sin tapujos y también bromista. Ese tipo de bromas que se agradecen porque hace tiempo que no las oyes, ya que pocos se atreven a bromear con alguien enfermo, cuando según qué temas se convierten en tabú. Pero el trataba con gente como yo a diario y sabía hacerlo, mostrando claramente su carácter irónico pero afable y consiguiendo al momento que tú también te abrieras. Sin conocerte de nada, te trataba con la familiaridad de quién se ha estudiado tu historia a fondo. Y eso se nota. Además te arrancaba una sonrisa, o hasta una carcajada, cosa bien difícil de lograr en momentos complicados, y así relajaba tensiones.Y lo que es más importante, el Dr. Oria convencía. Con respuestas lógicas una vez explicadas por él. Fui a verle sin mucha fe, la primera vez hace unos meses. Con una pérdida de peso de mas de 10 kg en un año y después de 3 operaciones, acababa de empezar un duro tratamiento de quimioterapia, y no sabía cómo iba a poder soportarlo. Encontrar al Dr. Oria, aunque haya sido solo en dos ocasiones, ha sido una gran suerte, salí de su consulta con la sensación de que estaba en buenas manos y de fe renovada en que podía ir bien, concienciada en aplicar una dieta y hábitos de vida orientados a mi caso particular, después de todo tipo de dudas resueltas una a una, con paciencia (ninguna pregunta era tonta).Con todo esto sumado a ese estilo coach de motivar (venga, tú tienes que poder con esto!), para mí fue una grata sorpresa en un momento oscuro, que es cuando más te alegras de tener a alguien como él en tu equipo de gente que hace de soporte vital.Como diría mi hermana, que fue quien me acompañó, con gente veterana como el Dr. Oria deberían poner a aprender a los jóvenes estudiantes porque se ve que sabe, pero aparte de por los conocimientos, por el trato humano. Lo que mi hermana me dijo al salir de la consulta, haciendo referencia a ese tipo de humor tan especial que gastaba, no tiene precio: “Tu siguiente consulta con este hombre, yo no me la pierdo”. Y ya tiene mérito que el Dr. Oria, en una sola visita se ganase el hecho de que a una la quieran acompañar al médico... Tuvimos una segunda visita pero la tercera no pudo ser. Me encontraba esperando como agua de mayo una última cita antes de su jubilación pero se marchó antes de tiempo. Mi pésame a su familia y a todos los pacientes que, como yo, lo recordarán, seguro, a las horas de la comida o cuando estén aplicando cualquier hábito de vida aconsejado... o cuando escuchen algún chiste o comentario irónico que les recuerde a él.