El navarrismo es un concepto creado por los que se dicen españoles. Otro concepto, el españolismo, vacía de carne y hueso, nervios y piel a la Navarra real. Viene de lejos, pero con la dictadura se acabó de rematar. Y con la democracia, se coronó, introduciendo los partidos políticos, que tienen su epicentro en Madrid, sede del sistema y cuna de las decisiones de los partidos políticos. Con la lenta construcción de Europa se difumina su poder, pero sigue, más débil, pero sigue, porque Europa es un feudo centralista y cerrado; aunque poco a poco se abrirá a nuevas incorporaciones por la fuerza de la historia. Veremos qué pasa con Escocia dentro de poco tiempo. El esperpento es el producto de este concepto centralista. Lo vemos en la actualidad en Navarra. La desobediencia de dos diputados navarros en una votación en Madrid ha puesto patas arriba los pactos secretos de fuerzas tan distintas y en muchos casos contradictorias como el partido navarro Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el Partido Socialista, con sede central en Madrid, que es quien ordena y manda en función de sus intereses y deja al Partido Socialista de Navarra al pie de los caballos cuando le viene bien. Eso es el españolismo. La Navarra real es otra cosa.