Neuigkeitssucht. Bonita palabra, ¿no? Así es como los alemanes designaron, cuando nacieron los periódicos, a la “adicción a las noticias y novedades”. Y no es un invento de ayer; han pasado más de 400 años desde que a comienzos del siglo XVII (año 1605) Johan Carolus fusionase los libros impresos y las cartas manuscritas en Estrasburgo. Así se crearon las noticias. Merece la pena conocer el nombre del primer periódico impreso del mundo: Relation aller Fürnemmen und gedenckwürdigen Historien. Desde entonces, los tiempos han cambiado. Por primera vez se comenta el riesgo de la posible desaparición de periódicos. Muchos condados de Estados Unidos no tienen prensa, y, de existir, es sólo semanal.

Mucho se ha escrito sobre la adicción a las pantallas: el consumo de tiempo delante de la televisión, el ordenador o el teléfono móvil (mejor, del aspirador: al fin y al cabo se dedica a extraer nuestro tiempo, nuestra atención y nuestros datos) se está disparando. Poco se comentan, sin embargo, dos cosas. Uno: lo que perdemos. No es una tontería; tendemos a valorar lo que vemos, lo que aparece en los medios. No valoramos lo que no aparece, y es muy importante reflexionar sobre ello. Dos: ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Es lo que nos conviene? ¿Quién gana?

Primero, lo que perdemos. El verano es una época en la que las reuniones sociales se amplían: sea con amigos, viejos conocidos o familia. Historias, conversaciones, relajación… es una maravilla. Pero podía serlo más. ¿Cómo no recordar los tiempos en los que contábamos chistes o se tocaba la guitarra y el grupo cantaba de forma despreocupada? Sí: los chistes y las canciones se están perdiendo. Hay más ejemplos; las recetas de la abuela. Es más efectivo comprar comida preparada, freír o encargar a una casa especializada. Así, tenemos más especialización, más incertidumbre, más desplazados. Este concepto adquiere un nuevo punto de vista si definimos así a las personas que se sienten fuera del sistema en tanto no les representa, no encuentran trabajo en el mismo o se encuentran marginados. Profundizando en lo anterior, ¿tenemos experiencias nuevas? Este aspecto es fundamental: repetir, repetir y repetir hace que la percepción del paso del tiempo sea más rápida. El tiempo: lo único que tenemos y que según las últimas investigaciones científicas ni siquiera existe. La paradoja de las paradojas.

Segundo, ¿cómo puede ser que estemos así? Basta leer el título del presente artículo: Neuigkeitssucht. Queremos saber lo que pasa en los niveles que más nos interesan, sea la geopolítica, el corazón, las novedades del motor, la familia, los amigos, nuestro equipo de fútbol, el tiempo, las mascotas o la economía. Antes un ruido era una amenaza para nuestra vida. Quizás un depredador nos estaba buscando. Debíamos ser cuidadosos. Ahora un ruido suele ser una notificación del móvil a la que, por supuesto, debemos atender con la mayor celeridad.

Y, claro, si el asunto nos parece de interés ya lo estamos compartiendo. Meditemos: cuando nos llega un meme o una noticia de gran interés es muy difícil no compartirla. Pensamos, ¿a quién le interesa esto? Así, lo que en realidad enviamos es una prueba social de que estamos al día. Y si vamos hacia atrás, esta adicción tiene una posible causa: el MAPA. ¿Qué es eso? Un acrónimo de las palabras miedo a perderse algo. Estimado lector: bienvenido al quid de la cuestión.

No queremos estar fuera de la onda. Por eso consumimos más y más noticias, más y más WhatsApps, consultamos el correo, queremos estar al día. Y así se ha creado una nueva industria en la que la reflexión pasa a ser inmediatez. ¿Quién sale perdiendo? Nosotros, en tanto se merma nuestro desarrollo humano. También pierden empresas de entretenimiento. El tiempo invertido en pantallas no se invierte en otras cosas. Ya lo decía. Advertencia de Charles Broxton: “Nunca vas a encontrar tiempo para algo. Si quieres tiempo, tienes que fabricarlo tú mismo”. ¿Quién sale ganando? A nivel económico es obvio: las compañías que producen los dispositivos, las que grandes operadoras, los suministradores de redes sociales. También ganan los políticos: una catástrofe o un error de gestión se olvida con rapidez y así nunca se depuran las responsabilidades.

Es el momento de construir un mapa, pero un mapa de verdad. Parar, reflexionar, sonreír, relajarse o hacer planes activos son actividades veraniegas. Sin embargo, deberían ser actividades cotidianas. Para ello, debemos formatearnos. En algunos valores, en algunas emociones, en nuestros planes vitales, en nuestra exigencia a los demás, en nuestros deberes como ciudadanos. No obstante, existen dos barreras que debemos saltar. En primer lugar, el sistema económico y social. En segundo lugar, nuestro sistema cerebral más profundo.

Usando el segundo como pértiga, seremos capaces de superar las marcas del saltador de pértiga Armand Duplantis. Centímetro a centímetro. “El ascensor hacia el éxito está fuera de servicio. Tendrás que usar las escaleras….una por una” (Joe Girard).

Economía de la Conducta, UNED de Tudela