Hace ya unos años que existían unos personajes que se dedicaban a actividades de entretenimiento y espectáculos públicos. Había malabaristas, contorsionistas y equilibristas, charlatanes y también payasos. Podemos nombrar a Pompo y Tedi, Charly Rivel, los hermanos Toneti y Fofó y Miliki entre otros. Normalmente actuaban en un escenario circular rodeado de sillas y bancos de madera que llamaban circo. Solía haber varios tipos de payasos, el listo que tocaba el requinto, el menos listo que tocaba la guitabarra y el tonto que tocaba el sansifón y que interpretaba España cañí.

Hubo un circo famoso que fue el circo Price y gozó de las simpatías del público. Hoy en día ya no está, pero hay otro que se hace llamar hemiciclo y a los bancos de madera se les dice escaños donde se sientan los palmeros que actúan según sea su payaso de turno. Hay charlatanes, payasos listos, tontos y que son los listos, pues con tocar su botón ya suena el chocolatero. Este circo no goza de la simpatía del público. Por eso, sus integrantes, palmeros, charlatanes y payasos, salen a las ciudades, pueblos y merindades para que se conozcan sus habilidades en una profesión que la denominan "política". Aquí hubo uno que se llamaba León Salvador, que vendía lápices y hojas de afeitar, que habría hecho buen papel en ese hemiciclo. También existieron el teatro Argentino, el de Manolita Cheng y otros, donde las féminas mostraban sus encantos y cantaban María de la O. Ahora las señoras del hemiciclo muestran un look distinto, pero cacarean, insultan y usan su descaro según sea la política que representan o el charlatán de turno. 

Tenemos que tener cuidado al elegir a estos personajes, porque en este circo todas y todos no son payasos. Si los elegimos con sensatez y conocimiento, puede que nos hagan gracia y tengamos buen humor para ver otra vez el circo.