Hace 31 años, en 1992, el Ayuntamiento planeó construir un aparcamiento subterráneo para la plaza de la Cruz. Por aquel entonces, una asociación de vecinos se movilizó en contra de la desaparición del arbolado de la plaza. En una de sus acciones, recuerdo que vinieron a mi casa en busca de mi marido y le pidieron que realizara un estudio sobre el tipo de árboles que tenía la plaza y sobre su estado de salud. Él, junto con su amigo, el perito, hicieron un estudio detallado de cada uno de los árboles. Tras publicar su informe y escribir algún artículo de opinión, también acudieron a una entrevista en la radio. El aparcamiento finalmente no se construyó. 

Hace 15 años, de nuevo, otra iniciativa empresarial ideó un parking subterráneo para la plaza, esta vez se trataba de un proyecto robotizado. Hace 11 años surgió el actual proyecto de aparcamiento que se ha mantenido atenuado hasta ahora. Parece ser que la idea del parking retorna cada cierto tiempo como un boomerang.

Creo que si esta vez no hemos reaccionado contra este proyecto es porque pensábamos que los árboles de plaza no se iban a tocar. Pero ahora, por las noticias del periódico, sabemos que la construcción del parque conlleva la eliminación de varias de sus especies arbóreas más características (13/9/22 y 30/12/22 DIARIO DE NOTICIAS).

Algunas de ellas llevan viviendo en la plaza desde hace más 50 años, con sus hermosos troncos rugosos de color castaño que permiten jugar al escondite, con sus ramas delgadas, alargadas y extendidas que facilitan una protección natural del sol, o con sus hojas trilobuladas que nos deleitan con sus colores verde brillante o rojizo durante el otoño. Es verdad que algunas de sus flores son pequeñas y blanquecinas pero con sus frutos, las disámaras, nos podemos divertir jugando a “volar helicópteros”.

Son especies que llevan más de 50 años siendo respetadas, acogiendo a todas las personas que se acercan a la plaza de la Cruz, ofreciendo oxígeno, purificando el aire, reduciendo la contaminación, cobijando, brindando un entorno saludable para nuestro recreo, soportando con dignidad las meadas de nuestras mascotas. Especies que han sido testigos mudas de besos y abrazos, juegos, paseos, primeros pasos, conciertos, procesiones, concentraciones…, especies con buena vitalidad que han aguantado tanto heladas como sequías y que queremos que sigan formando parte del paisaje de la plaza.