Soy vecino de Lakidain. Creo que no me confundo al afirmar que todas las personas de este pueblo estamos contentas por el hallazgo, y orgullosas de que aquí se haya encontrado un objeto de tanto valor y significado. Y como a prácticamente todos quienes están hablando del asunto se les olvida recordarlo, me gustaría dejarlo claro: Irulegi está en Lakidain, y la mano se ha encontrado en Lakidain.

No quiero entrar en lo premeditado o no de este olvido. Lo malo es que este olvido no es el único, ni el más importante. En Lakidain vivimos personas. Y hasta donde sé, mi pueblo pertenece al valle de Aranguren, municipio navarro con un altísimo nivel en sus servicios, muchos de ellos de competencia municipal, y otros muchos que no lo son. Sin embargo, cualquiera que pasee por mi pueblo podrá ver el deplorable estado de sus calles, el deficiente alumbrado, y como hay otras cosas que no se ven a simple vista, las cuento: no hay una red de saneamiento, nos tienen que traer agua en camiones a un depósito que va para el siglo de vida (con los achaques y deficiencias de cualquiera que cumpla cien años), y seguimos sin disfrutar del servicio de internet y teledistribución que tienen el resto de pueblos del valle. A veces miro el mapa a ver si realmente estamos en ese municipio tan estupendo. Cuando se habla con diferentes administraciones sobre las carencias que tenemos, todo son promesas y pasarse la pelota de un tejado a otro. Mientras tanto, mis mayores han fallecido sin ver cumplidas esas promesas, y al paso que vamos, no sé si va a pasar lo mismo una generación más. Confiemos en que no.

Tanto a nivel municipal como en nuestra comunidad autónoma están gobernando listas que dicen ser progresistas. Creo que me he perdido algo en el camino, pues no entiendo cómo se destina tanto a Irulegi, y sin embargo los que vivimos en el pueblo vemos cómo pasan los recursos por el pueblo hasta subir a Irulegi sin quedar aquí nada. No quiero ser mal pensado, y entiendo que aunque solo seamos 10 votos, ese no es el motivo del abandono que padecemos, que la mano de Irulegi va a venir cargada de fortuna para todos los vecinos de Lakidain, tal y como señala el Sorioneku que lleva escrito, y que no todo van a ser partidas presupuestarias y donaciones para la arqueología.

Hace unas semanas leía en este mismo medio a Ana Ibarra, que buscando lo esencial y el espíritu de la Navidad, concluía diciendo: “...sin olvidar que lo importante, lo esencial, siguen siendo las personas, sus necesidades y los retos que nos quedan como sociedad”.

Nada más puedo decir.