El 6 de julio disfrutaba del comienzo de las fiestas con mi cuadrilla, cuando descubrí con tristeza que me habían robado el móvil. Al tratarse de un modelo Iphone, con la posibilidad de seguir en directo su ubicación, llamé con el teléfono de mi amigo Luis a mi casa, para que mi mujer pudiera rastrear dónde estaba el móvil. A través de la aplicación de búsqueda del Iphone, pudimos constatar que el móvil se estaba moviendo por diferentes calles del Casco Viejo. Mientras íbamos en búsqueda del móvil, mi amigo y yo nos encontramos en la calle Chapitela a tres miembros de la Policía Foral, a quienes explicamos el robo del móvil y la persecución que estábamos haciendo para tratar de recuperarlo. Inmediatamente, se brindaron a ayudarnos en una tarea bien complicada, pues el ladrón se iba moviendo y debido a la multitud de personas en la calle, la señal de internet del móvil de mi hija Begoña, que se había unido a la búsqueda, se quedaba congelada y cuando se actualizaba, ya se había movido el ladrón. Tras cerca de 30-40 minutos de persecución, uno de los tres agentes de la Policía Foral localizó a un individuo con una bolsa, en la que -gracias a la profesionalidad de los agentes y el capotico de San Fermín- estaba mi móvil y… otros nueve más.

Valgan estas líneas para mostrar mi agradecimiento sincero a los agentes de la Policía Foral 0936, 1068 y a la agente en prácticas A-021 por su profesionalidad, cariño y afán de servicio mostrados desde el principio, así como a la compañera que nos atendió en la formulación de la denuncia. Tanto mi hija como yo nos hemos sentido muy orgullosos de nuestra Policía Foral. Muchas gracias y viva San Fermín.