De aquí y de allá, por doquier, se escuchan voces de miedo, alerta y precaución para que la configuración de un gobierno no dependa de una minoría o de las minorías. A este respecto, y como botón de muestra, las declaraciones del señor Antonio Garamendi (CEOE) del reciente 25 de julio. Critica que un gobierno dependa de una minoría. Garamendi criticó el pasado martes que la formación de un gobierno dependa de un partido minoritario cuando el 73% de los escaños que estaban en juego en las elecciones generales del pasado domingo estén en manos del PP y el PSOE, partidos a los que ha instado a hablar para configurar un Gobierno estable. (https://www.europapress.es/economia/laboral-00346/noticia-garamendi-ceoe-critica-gobierno-dependa-minoria-diaz-le-pide-respete-democracia-20230725143324.html). 

Antonio Garamendi es ciudadano español y seguramente habrá ejercido su soberano derecho a votar en el reciente referéndum del 23 de julio. Pero también él pertenece, por otro lado, a una minoría en este este país, la CEOE, es decir, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales fundada allá por 1977, aunque potente y poderosa minoría. Una minoría ciertamente necesaria, presente, influyente. En realidad, yo sospecho, y seguramente hasta es un atrevimiento, que detrás de estas voces hay un latente mínimo común denominador: el miedo a la minoría, a cualquier minoría, a toda minoría, sea en el aspecto que sea, es decir, en la cultura, en la política, en la sociedad, en el mundo inmediato o en el mundo globalizado. Y me resulta análogo al miedo a la periferia con respecto al centro. O al miedo a lo considerado “anormal” con respecto a lo estandarizado como normal. O al miedo al extranjero (particularmente al extranjero con otro color de piel y con otro poder adquisitivo inferior al mío que nos viene en busca de trabajo, de salud,…, de dignidad y de vida) que no es el autóctono. El miedo provoca precaución. El temor despierta las alertas de que las decisiones se vayan de las manos y que no sigan siendo los influyentes y poderosos los que no solamente se manifiesten hablando, votando, etcétera, sino acaben decidiendo lo que conviene y estableciendo lo que es mejor para todos. También para los que pertenecen al grupo de la minoría, de la periferia, de la anormalidad, de los foráneos…, y que deben estar fuera de las decisiones y, de esa manera, del control, del poder, etcétera. Me recuerda todo esto a aquello de la coordinadora Teruel existe, creada allá por diciembre de 1999 y surgida de un lamento: la desatención por parte de la Administración. No estaría mal recordar a esas voces, como la de don Antonio Garamendi, que la minoría, la periferia, la anormalidad, los foráneos…, también existen, quieren hacerse oír y participar en las tomas de decisión que también les afectan a ellos.