A la atención del Departamento de Educación, y en concreto de Carlos Gimeno:

Vuelve septiembre y los medios se llenan de noticias cargadas de ilusión por el inicio del nuevo curso. Hay sin embargo una etapa, los expertos dicen que la más importante de nuestra vida, cuya adaptación a la escuela se vive con miedo, desilusión y tristeza. Se trata de las escuelas infantiles de 0 a 3 años.

Cada año, alrededor de 5.000 niños y niñas, y sus familias, sufren una adaptación que en muchas ocasiones no llega a producirse ni siquiera en junio cuando acaba el curso. Estos días se ven en los pasillos de las escuelas infantiles madres y padres desconsolados llorando por la separación, intentando distinguir el llanto de su criatura de entre otros 15 llantos. Esta imagen dista mucho de la imagen idílica de inicio de curso.

Quizás con alguna cifra sea más fácil entenderlo:

- Las ratios actuales permiten que un bebé de 4 meses disfrute de 52 minutos de atención por parte de las personas educadoras en 7 horas. Eso no permite cubrir las necesidades mínimas a esa edad de comida, higiene y cariño. Si uno de sus 7 compañeros necesita comer y un cambio de pañal, las otras 7 criaturas deambularán o quedarán inmóviles mirando al techo sin atención durante unos minutos, lo cual puede ocurrir durante más de 14 veces al día.

- Un niño de 1 año recibe una atención de 35 minutos por parte de las personas educadoras en 7 horas.

- Un niño de 2 años recibe una atención de 26 minutos por parte de las personas educadoras en 7 horas. Eliminando los tiempos de comida, higiene y siesta, eso significa que esa criatura tiene suerte si una persona educadora puede dedicarle una atención a sus necesidades de habla de 5 minutos.

En un aula de 2 años cada día acudimos 32 padres y madres a recoger a las criaturas. Mientras una persona educadora atiende a las criaturas del aula en ese momento, la otra hace un esfuerzo monumental para dar un breve resumen, con suerte de un minuto, sobre cómo han estado las criaturas, cómo han comido, cómo han dormido, si han tenido algún conflicto… Quizás alguien sin hijos/as no pueda llegar a entender la importancia de esta breve reunión diaria. Si un día el mensaje de la persona educadora con alguna familia es más largo de lo habitual por algún mensaje importante sobre la criatura, es probable que ni si quiera sepas si tu hijo ese día ha comido.

Las personas educadoras se esfuerzan para poder atender dignamente a todas las criaturas, pero no tienen los medios humanos. Una madre me decía el otro día “la primera vez que dejé a mi hijo en la escuela descubrí que el corazón puede doler físicamente”. ¡Y vaya si duele! En ese momento te planteas si renunciar a un salario para poder cuidar de la criatura, si tiene sentido la maternidad/paternidad en esta sociedad, y te preguntas cuántas personas tendrán que renunciar a la maternidad/paternidad hasta que cambien las cosas.

Señor Gimeno, le invito a visitar las escuelas infantiles estos días para ver las dramáticas situaciones que se están viviendo. Queremos escuelas infantiles gratuitas, pero necesitamos, y es más prioritario, tener ratios dignos, que permitan una atención de calidad hacia nuestras criaturas.