Contrasta la feria que este fin de semana se va a celebrar en Pamplona con la realidad in situ de la temática que propone. Despoblación. Feria a nivel estatal, patrocinada y promovida por empresas y entidades y con un programa extenso, variado y lleno de luces… Las sombras, en cambio, las encontramos en las políticas y estructuras administrativas que perpetúan este hecho.

Despoblación. Y hablaré de lo que conozco, del Pirineo, sus valles y sus gentes. Del oasis que estos últimos ocho años ha insuflado aire a sus pueblos. De estas dos últimas legislaturas en las que, por fin, parecía que las cosas podían cambiar y en las que en el Gobierno de Navarra se han generado y dirigido políticas, estructuras, competencias y recursos al territorio.

Dos legislaturas en las que finalmente se ha entendido por parte de la Administración supramunicipal, que la gobernanza está y tiene que estar en el territorio, en las que se ha establecido una interlocución con el mismo de igual a igual, respetando así tanto a las instituciones locales como a la población. Ocho años en los que se han desarrollado proyectos, programas, espacios, y se han generado dinámicas de desarrollo y estabilidad.

Ocho años y dos legislaturas que vienen precedidas por supuesto por la lucha, reivindicación, trabajo y esfuerzo del territorio para que esto ocurriera.

Ocho años, dos legislaturas, estructuras, dinámicas de trabajo y proyectos que no tendrán continuidad, ya que desde la Administración Foral se ha decidido así. La población e instituciones del Pirineo seguirán luchando y trabajando por su desarrollo y continuidad. El Gobierno de Navarra seguirá publicitando el lugar como algo bello y exótico. Y las ferias de despoblación seguirán siendo lo que son, ferias.