Los regionalistas se han dedicado estos días a lanzar acusaciones de traición, pactos ocultos y amenazas a la convivencia, sin asumir responsabilidad alguna en cuanto a su ruinosa gestión, la cual ha terminado favoreciendo que “se junten el hambre con las ganas de comer”.

Parece que sólo aceptan la democracia cuando le favorece, y cuando no, recurren al victimismo y al insulto. Una actitud poco madura y nada constructiva, que solo demuestra su falta de proyecto político y de respeto a la voluntad popular. Deberían aprender a encajar las derrotas con humor y elegancia, en vez de con rabia y rencor.