Añoranza de un tiempo nuevo, un tiempo lleno de cariño, de paz y de un nuevo comienzo. El sentir el aroma de un rosal, del vuelo de los gorriones y de un amanecer que se desvanece para ponerse en lo más alto del cielo, cada lugar en el que pasar las horas parece inexistente, el tiempo corre, la soledad inunda el alma y la torpeza de cada vivencia un nuevo desafío. Al despertar del olvido del tiempo, en cada ramificacion y chasquido de cada hoja que cruje cuando llega el otoño, el invierno espera con paciencia, más larga su estancia sobre el desliz de mi piel. Sobre el reflejo del agua, un lugar sombrío, más temor, amor mío, no comprendo ese espejismo que no es más que mi reflejo, pues acaso, no soy una mujer soñadora, pues perdona si te amo, más ya perdí mi esencia de amar, más mis años perdurables marchitos sobre la belleza de una tarde de primavera en un recuerdo que mi corazón no olvida. Nunca el final de mi llegada sobre los prados sedientos del agua que cae sobre el murmullo del arroyo.