Síguenos en redes sociales:

El antídoto para la rabia, ¿cuál es?

El antídoto para la rabia, ¿cuál es?Europa Press

Pregunté en la clase de ayer. Mientras se quitaban el sudor de la frente, se miraban unos a otras en busca de respuesta. Dignidad. Dije yo. El antídoto contra la rabia que te corroe y te empuja es la dignidad.

Frente a la rabia producida por el abuso. O la rabia más silenciosa que se produce en el ámbito familiar, donde no te sientes libre para expresarte como realmente eres. O la rabia fruto de no saberte respetado. O la rabia que te carcome por dentro por la injusticia en general. La respuesta es la dignidad.

¿Y por qué no el odio?, preguntó alguien. Porque el odio te ata, te encadena, te pudre. El odio pide venganza. Y esta, a su vez, siempre tiene respuesta exagerada. Además, es difícil vencer al abusón en su terreno. Precisamente abusa porque tiene más fuerza. Ya me gustaría tener superpoderes y repartir mandobles a todos los abusones, a todos los villanos del mundo.

Pero no, fuera de la imaginación no tengo recursos maravillosos frente a la maldad. Excepto la dignidad, claro. La dignidad que expresa tu cuerpo. Que sale como rayo láser de tu mirada. La dignidad que dice “hasta aquí”. De aquí no pasas aunque me cortes a rebanadas y me arrojes a los tiburones. La dignidad de la negrica que se sentó en el autobús de los blancos. La de aquella chica que corrió un maratón prohibido a las mujeres. La del obrero que levantó la mirada del suelo en Potasas.  Las del indígena, la del niño abusado por quien le tenía que educar, la de la niña que comparte su pan con el hermano menor en los escombros de Gaza.  La del artista que abraza su obra frente al creciente analfabetismo. La de la joven que rescata un libro de la hoguera.  La del abuelo que se planta frente a un desfile de hunga-hungas borrachos de odio irracional…

Dignidad es decir basta con las entrañas, con el cuerpo, con la mirada.