La reciente DANA que ha devastado Valencia no es solo un fenómeno meteorológico extremo; es una llamada de atención urgente para España. No podemos seguir ignorando que las tormentas severas y las inundaciones son cada vez más frecuentes, pero tampoco podemos delegar toda la responsabilidad en el cambio climático global sin examinar nuestras propias políticas y acciones.
España, y particularmente la Comunidad Valenciana, ha permitido durante décadas la construcción en zonas de riesgo sin la planificación adecuada. ¿Cómo es posible que sigamos construyendo en áreas inundables o carezcamos de un sistema de drenaje adecuado en ciudades con alta densidad de población? Resulta evidente que aquí hay un fallo en las políticas de urbanismo y de infraestructura que el gobierno no puede seguir pasando por alto.
Más allá de planes climáticos a largo plazo, se necesita acción inmediata para adaptar las infraestructuras al tipo de clima que enfrentamos hoy. La modernización de sistemas de alcantarillado, el fortalecimiento de muros de contención y la revisión de permisos de construcción en zonas vulnerables son prioridades. Si no actuamos ya, las próximas tormentas seguirán golpeando con la misma dureza y poniendo en peligro vidas, bienes y recursos públicos.