Después de pasar toda mi vida en hostelería, me retiro.

Me voy contento y orgulloso de haber realizado mi trabajo con profesionalidad, honradez y honestidad.

En el bar, he conocido a padres que venían con sus hijos y ahora, esos hijos vienen con los suyos. 45 años entre Mikael y California dan para mucho. Este trabajo me ha quitado tiempo de mi vida, pero también me ha dado cosas buenas: en él, cuando trabajábamos juntos, conocí a M. José, mi mujer. Con mis compañeros sigo manteniendo una buena amistad después de tantos años transcurridos, y con la cuadrilla que formé mientras trabajaba, también.

A mi hijo Pablo me hubiera gustado dedicarle más tiempo durante su infancia y adolescencia, pero eso es lo que tiene trabajar en hostelería: cuando todo el mundo está de fiesta, tú tienes que estar ahí, al pie del cañón.

Con estas líneas quiero despedirme de los hermanos Otazu y dedicarle un recuerdo especial a su madre, Consuelo Larrauri Orozko (Txelo), mi jefa durante los primeros 35 años de mi profesión.

Me despido también de mis clientes y amigos. Nos veremos por algún bar, pero esta vez será desde fuera de la barra. Gracias a todos y todas.

*Extrabajador de hostelería