Flores infantiles
10 de julio de 2025, Día del niño en Sanfermines. Decenas de personas con niños y niñas hacen fila por las calles San Francisco y Mayor para depositar sus ramos de flores en una celosía detrás del ídolo de San Fermín (porque el verdadero estaba en su capilla, donde se empezó a hacer este acto). ¿Cuántos ramos, cuántas flores, cuánto dinero? Y ¿por qué las llevaban? ¿por tradición, por devoción, por amor a San Fermín? Cada cual lo sabrá. Un gran triunfo para el párroco de San Lorenzo que, una vez más, pudo dejar claro que es el dueño de San Fermín y de su capilla, eso sí, amparado por la tradición y la devoción. Con su gracejo habitual, espetó a las niñas y niños allí congregados: “¿A quién queréis más? ¿a San Fermín o a papá y mamá?”. Las pobres criaturas, con caritas ilusionadas y el ramillete en la mano, esperando un buen rato bajo un sol de justicia, teniendo que responderse, en su candidez infantil, a semejante majadería...
Lo que quizás no sepan aquellas pacientes personas es en qué quedó, al día siguiente, la tradición, la devoción, al amor, los ramos las flores y el dinero. Ya se lo digo yo: en los contenedores de basura de la plaza de Las Recoletas. Mientras en la capilla del santo había fila para hacerse fotos delante de su imagen, el párroco de San Lorenzo, junto a otras tres personas, se dedicaron -a la vista de todos- a echar en unos grandes cubos de plástico los ramilletes de la ofrenda (a decir verdad, el párroco se entretuvo en separar las rosas y salvarlas de la basura). La mayoría de los ramilletes iban al cubo tal como habían llegado: sin ni siquiera quitarles el celofán.
Y digo yo: sin necesidad de soportar la espera y el calor, ¿no será más útil gastarse el dinero en flores para mamá, papá, la abuela, el abuelo, la hermana, la tía…, y enseñar así a los niños y niñas a querer a quienes les quieren, en lugar de llevárselas a una figura hueca de rostro impasible? Conociendo como conozco a San Fermín desde hace 66 años -incluso fui monaguillo de esa parroquia- me da que le trae al pairo que se le lleve flores, como si se le lleva espárragos… (bueno, bien mirado, a San Fermín le da igual, pero al párroco, no: seguro que los espárragos no los tiraba).
En fin, buenas gentes que lleváis a vuestros retoños con sus flores a honrar a San Fermín (¿o al párroco?), el año que viene tenéis tres opciones: seguir mi consejo y gastaros en flores para vosotras, hacer el paripé de este año, o ir directamente a los contenedores y tirarlas, así le evitáis el trabajo al párroco. Por cierto, Javier Leoz, y tú ¿a quién quieres más? ¿a San Fermín o a papá y mamá? Porque está claro que a las flores, no.