Leeréis esto ya pasado si lo publican, pero lo escribo así porque era el cumpleaños de mí, nuestra, madre. Que nació en 1929. Y toda su vida consistió en tratar de dar amor. Iluminando nuestras vidas. Y había bondad para todos: hermanos, tíos, padres, sobrinos, marido e hijos y conocidos. Así era de buena. Como su madre, nuestra abuela. Ángeles ante los que te preguntabas si el cielo estaba aquí. Porque ellas en sus infinitas bondades eran pura magia. El momento cálido un día frío. La palabra amable para seguir viviendo. La fonda donde recalar cansado y sonreír. Y el manantial del que beber para terminar durmiendo tranquilo, porque eran corazones de los que hacen ver el mundo de colores. La poesía que acompaña y da gusto decir que eran de mi familia. 

Madre, baste decir orgulloso. Felicidades. Y un beso al cielo.