Soy una persona que va en silla de ruedas y quiero compartir un suceso que me ocurrió. El 17 de septiembre subí a la estación de autobuses para informarme de cómo ir a San Sebastián, me indicaron qué autobuses eran adaptados y los horarios; finalmente compré unos billetes para ir el 27 de septiembre con la compañía Alsa. No me pusieron ningún impedimento, pero tenía que coger el de ida a las 08.30 y volver a las 18.30. No era lo esperado ya que me ilusionaba estar más tiempo en San Sebastián, pero lo consulté con mi amigo y decidimos ir.

Ese día llegué sobre las 08.15 al autobús y ya el chófer, de muy malas maneras, me dijo que me colocara en la plataforma para subirme al asiento; mientras la estaba bajando, me preguntó si la silla estaba homologada y le dije que entendía que sí, está comprada en una ortopedia y nunca, ni en otros autobuses, taxis y demás transportes, había tenido ningún problema con los anclajes. Después me preguntó si tenía los anclajes, yo le contesté que nunca nos los habían solicitado, todos los vehículos en los que he viajado tenían sus sistemas y nunca había tenido ningún problema, de hecho suelo ir con Aspace, COCEMFE, ACODIFNA… de viaje sin ninguna incidencia.

El chófer me empezó a mirar por detrás de la silla, ya que según él y la compañía Alsa, debo tener una pegatina donde pone que la silla cumple con una normativa que desconozco. Continuó gritándome, me dijo que no podía llevarme dado que si teníamos un accidente él no se hacía responsable de lo que me pudiera pasar. En ese momento un pasajero (que se portó muy bien conmigo) le dijo que si había viajado más de una vez y me habían podido anclar que ahora no debería haber problema en anclarme e incluso le ofreció ayuda al chófer.

Al final, después de que el chófer hablara con la compañía y le tomara fotos a la silla, me bajaron del autobús con todos los pasajeros mirándome y no me dejaron viajar ni a mí ni a mi amigo. Hablé con Alsa para saber cuál era el problema y que, por supuesto, me devolvieran mi dinero y el de mi compañero; se escudaron en que los requisitos para viajar en silla de ruedas lo ponen en la página web y que la debería haber mirado.

¿Para qué subí entonces a la estación más que a preguntar las condiciones? He puesto una reclamación, y según lo que evalúe la compañía me devolverá o no el dinero, pero las vejaciones y humillación que sentí por el trato recibido no me lo quita nadie... Me enfada muchísimo esta situación, en esta sociedad se pone la inclusión social por bandera, pero en realidad hay muy poca empatía y falta de sensibilidad. El chófer, además de tratarme mal y gritarme, también tuvo la osadía de dudar de cómo las asociaciones me anclaban a sus autobuses, cuando son las únicas que ponen todo de su parte para que podamos incluirnos en actividades que, de otra forma, ya veis que nos están vetadas. Aunque yo viajo muy a gusto con Aspace y COCEMFE también me gustaría poder viajar con mis amigos sin miedo a castigos, discriminaciones o faltas de respeto, conocer sitios, gentes, culturas… 

Como dijo Constanza Orbaiz “que se haga fácil, ya de por sí, lo que ya es difícil”. No queremos compasión, queremos inclusión.