La industria agroalimentaria navarra es la actividad manufacturera que más crece en los últimos años. Y la que más empleo genera, muy por delante de la automoción, aunque con salarios muy inferiores. Pero no quiere estancarse y, para ello, necesita más inversión, más agua, mayor dimensión y un marco regulatorio que favorezca el crecimiento "sin ahogar a las empresas". Porque se trata de una actividad que representa el 13% del PIB, genera el 15% del empleo y concentra el 17% de las exportaciones forales
Esta es una de las conclusiones la jornada sobre el crecimiento de la industria agroalimentaria en Navarra, organizada por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Navarra, Institución Futuro, la Asociación de Industrias Agroalimentarias de Navarra y el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Aragón, Navarra y País Vasco, en LA FIINCA – Club Industrial
El consejero y asesor independiente José Antonio Latre abrió el encuentro con una ponencia en la que subrayó que el agua es el factor de productividad más determinante para el futuro del sector en Navarra: “El reto es culminar la segunda fase del Canal de Navarra y garantizar el regadío en la Ribera, una de las zonas más productivas y con mayor potencial de la Comunidad”. Latre insistió además en que el agroalimentario navarro debe aprovechar la marca Navarra –asociada a calidad, diversidad y buena reputación–, así como su posición estratégica en el eje del Ebro, para consolidar su competitividad internacional.
Más valor añadido
El ponente recalcó que, frente a los problemas de rentabilidad, la clave pasa por hacer crecer el valor añadido: “Más internacionalización, más innovación en formatos y variedades, concentración de operadores y digitalización. No se trata de repartir una tarta pequeña, sino de hacerla más grande”.
Latre también recordó que Navarra compite en un mercado global, donde España ocupa posiciones de liderazgo en exportaciones agroalimentarias en Europa junto a Holanda. “Si bien el sector está muy atomizado en pequeñas y medianas empresas, la competitividad exige fortalecer alianzas, ganar dimensión y trabajar como una cadena integrada, donde agricultores, industria y distribución cooperen en lugar de competir entre sí”, señaló.
En este sentido, puso en valor la diversidad de subsectores que conviven en la Comunidad –desde conservas vegetales y hortalizas frescas hasta vino y cereales–, insistiendo en que cada uno afronta dinámicas propias, pero todos se benefician de la innovación, la profesionalización y el relevo generacional. “Este es un sector con enormes oportunidades que, sin embargo, sigue sin resultar suficientemente atractivo para jóvenes profesionales cualificados. Reforzar su imagen y su capacidad de generar valor es fundamental para asegurar su futuro”, apuntó Latre.
Mesa redonda: Inversión, regulación y competitividad
En la mesa redonda posterior, los ponentes coincidieron en que el tamaño empresarial y la inversión son determinantes para ganar competitividad en un sector globalizado. Alfredo Arbeloa, director general del Grupo AN, defendió el modelo cooperativo como motor de crecimiento: “Las grandes cooperativas del mundo están en los países más industrializados y con gran capacidad industrial. La única forma de generar valor es invertir, ganar economía de escala y ser proveedores fiables”. Arbeloa subrayó además que la digitalización y la inteligencia artificial son ya imprescindibles incluso para las pymes: “El que no se digitaliza está fuera”.
Por su parte, Eduardo López, CEO de The Real Greenfood, recalcó que el tamaño de la empresa condiciona su supervivencia, especialmente en mercados dominados por grandes clientes y cadenas de distribución: “Si tu cliente es grande, tú no puedes ser pequeño”. López señaló que la robotización marcará el futuro inmediato, aunque advirtió de la dificultad de acceso para microempresas por la elevada inversión que requiere. También denunció que la hiperregulación actual desincentiva el crecimiento, poniendo como ejemplo las limitaciones de la Ley de la Cadena y las cargas añadidas a compañías de más de 50 millones de facturación o 250 empleados.
Esa burocracia que asfixia
En una línea complementaria, Alberto Jiménez, director general de Embutidos Goikoa, defendió que el éxito no depende solo del tamaño, sino de la estrategia: “Cada empresa debe adecuar su dimensión al mercado y clientes a los que se dirige”. Jiménez advirtió, sin embargo, que la burocracia y las crecientes exigencias regulatorias ponen en riesgo la competitividad de muchas pymes. Además, reclamó mayor diálogo con las administraciones para diseñar normas que tengan en cuenta su impacto real en lo económico, lo social y lo medioambiental.
La doble transición verde y digital
El encargado de clausurar la jornada fue el consejero de Industria y de Transición Ecológica y Digital Empresarial, Mikel Irujo, quien destacó la fuerza del tejido agroalimentario navarro como motor de empleo, innovación y arraigo social, subrayando su fuerte base de empresa familiar y economía social. Irujo recordó que el Gobierno foral apuesta por acompañar al sector en la doble transición verde y digital, y señaló que Navarra dispone de un ecosistema de conocimiento e innovación –con entidades como INTIA, CNTA o NAGRIFOOD– que permite soñar con nuevos nichos de mercado vinculados a la biología sintética, la economía circular y la digitalización avanzada. “Tenemos el talento, la experiencia y la capacidad para ser referentes en Europa, y lo que toca ahora es acelerar el paso y hacer más ágil a la administración para que la industria siga creciendo”, concluyó.