25-N: recordar, denunciar y transformar
El 25 de noviembre, volvemos a encontrarnos para recordar, denunciar y transformar. No es un día más, es la fecha en la que miles de mujeres, organizaciones, instituciones y colectivos feministas de todo el mundo alzamos la voz para decir que la violencia contra las mujeres no es natural y no es aceptable, es una injusticia histórica que sigue atravesando la vida de demasiadas mujeres y niñas, y requiere la fuerza de todas y de todos para erradicarla.
Desde los recursos de acogida, desde las asociaciones que acompañan, desde las redes feministas que sostienen y desde cada espacio donde las mujeres nos organizamos, vemos cada día la dimensión real de esta violencia. Vemos el miedo, el daño, las pérdidas, pero también vemos la capacidad inmensa de resistir, de rehacerse, de volver a confiar en su propio nombre. Las mujeres supervivientes encarnan la mayor lección de coraje que existe, y su recorrido es el motor de nuestro compromiso.
Hoy pensamos en quienes fueron arrebatadas por la violencia machista, en quienes no pudieron salir, en quienes fueron silenciadas, en quienes la sociedad no supo proteger. Cada feminicidio es un fracaso colectivo. Cada nombre que añadimos a la lista es un golpe que nos recuerda que debemos seguir actuando con contundencia, con recursos, con políticas públicas reales y con determinación feminista. Su memoria no se honra con lágrimas: se honra con derechos, con prevención y con acción.
La violencia de género no empieza en un golpe. Empieza en una desigualdad que atraviesa nuestras vidas desde la infancia: en los roles que se imponen, en los silencios que se exigen, en el control disfrazado de amor, en la culpa impuesta, en la falta de oportunidades, en el techo de cristal, en la precariedad, en los estereotipos que se repiten, en los chistes que hieren, en los pactos patriarcales que aún sostienen a una sociedad desigual. Por eso, también recordamos que la lucha contra la violencia machista no puede quedarse solo en la urgencia: debe mirar a la raíz.
Reivindicamos una educación feminista que enseñe respeto, igualdad y libertad. Una justicia que llegue a tiempo y con sensibilidad. Un sistema institucional que proteja sin revictimizaciones. Servicios públicos dotados, profesionales formados y una sociedad que no mire hacia otro lado.
Reivindicamos también el acompañamiento como una herramienta política y humana. Porque acompañar no es solo abrir una puerta, sino abrir un horizonte. No es solo ofrecer un recurso, sino ofrecer dignidad, escucha, seguridad, comprensión y un espacio donde volver a respirar. Acompañar es decir cada día: “Tu vida importa. Tu historia importa. Tienes derecho a estar viva, libre y tranquila”.
Hoy, abrazamos a todas las mujeres supervivientes:
A las que han salido, a las que están saliendo y a las que aún no pueden.
A las que reconstruyen sus vidas paso a paso.
A las que vuelven a confiar en su fuerza. A las que se sienten perdidas.
A las que inician un camino nuevo y luminoso.
A todas ellas les decimos: estamos, seguimos, no nos iremos.
También celebramos a todas las mujeres que cuidan, que luchan, que acompañan, que denuncian, que transforman sus entornos, que sostienen redes de apoyo, que creen en otras mujeres cuando nadie más lo hace. El feminismo es también, una cadena de manos que nunca se suelta.
En este 25-N reafirmamos nuestro compromiso profundo, político y personal. Ni una menos. Ni una más. Ni un paso atrás.
Seguiremos trabajando desde la emoción, desde la profesionalidad, desde la sororidad y desde la contundencia feminista hasta que ninguna mujer tenga que huir, esconderse o temer. Porque queremos vivir. Queremos ser libres. Queremos ser nosotras, completas y sin miedo. Por las que están, por las que vendrán y por las que ya no están. Por una vida libre de violencias, hoy y todos los días.
Coordinadora de los recursos de acogida a mujeres en situación de violencia de género en Navarra*