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Qué bonita es la naturaleza

Ha nevado en Pamplona, pero de manera desordenada. Nevó en otoño y ha nevado ahora que ya estamos en primavera. Y poco, como sin ganas. Pero bueno, dicen que lo importante es que nieve "arriba". ¿Arriba? "En el monte". El monte es esa dimensión casi desconocida a la que los urbanitas nos acercamos los días de fiesta con sol. Vamos con nuestras ropas de estilo outdoor y con toda la quincalla digital: smartphones, cámaras de fotos, GPS y algunos hasta con el iPod. Sin andar ni cuarenta metros le hacemos doce fotos a una florecilla, que luego se queden pululando entre el móvil y el ordenador vagando por Dropbox, la Cloud y el Picassa. Y hasta ahí llega nuestra aventura en la naturaleza.

El otro día le hice una entrevista a un guarda forestal. Uno de los que quedan, porque con los recortes pronto estarán en peligro de extinción como los quebrantahuesos, las nutrias o las avutardas que cuidan con tanta dedicación. Actualmente en Navarra hay 116, guardas me refiero, casi 30 menos que hace 20 años, y su ratio es de un trabajador por cada 9.000 hectáreas. Me contó que en estos mismos 20 años la superficie arbolada de Navarra ha crecido un 24%. "Qué bien, más árboles" pensé yo. Pues no. No es tan sencillo. Si aumentan los bosques es porque cada vez quedan menos caseríos, menos huertas y menos ganado fuera de los grandes establos. Es bueno que haya árboles, pero también que haya prados y claros en los bosques. Nos estamos cargando la biodiversidad de nuestro entorno a toda velocidad.

Quizá deberíamos hecerles menos caso a los funerales de Suárez y Azkuna y pensar un poco más en que en estos mismísimos momentos están naciendo por ahí las crías de los gatos salvajes, los zorros y las liebres y que los ciervos del Irati están cambiando la cornamenta.