La inyección letal usada en el salvaje Imperio tiene denominación de origen española, es decir, que nuestro país y por ende la Unión Europea están de hecho colaborando con la tortura y asesinato de personas (tomen nota de cara a elegir sus representantes europeos...). El bromuro de pancuronio que venden desde España a EEUU es un bloqueante neuromuscular que se puede usar en los quirófanos para facilitar la intubación traqueal de la anestesia general. Este fármaco curariforme (u otros parecidos) se administra junto con un barbitúrico y cloruro de potasio para provocar la muerte de personas. Curiosamente esta idea de asesinato legal surgió hace siglo y pico de la mente de un médico neoyorquino, Julius Mount Bleyer, que demostró que podría ser considerablemente más barato que la horca. No se aplicó, sin embargo, hasta 1997 (cierto que los nazis usaron inyecciones dentro de su proyecto T4 de exterminio), y ahora es el método más utilizado: solo en EEUU el año pasado mataron a 39 presos, de una lista de espera de más de 3.000 personas. Actualmente la inyección se usa también en China, Taiwan, Guatemala, Filipinas y Vietnam. Pero hay más métodos y más países asesinos: 778 ejecuciones en 22 países, según denuncia Amnistía Internacional ante el silencio cómplice de todo el mundo.
El pasado martes 29 de abril a Clayton Lockett le estuvieron matando durante tres cuartos de hora, y hasta la Casa Blanca ha dicho que la ejecución fue "inhumana". Pero el pasado 9 de enero a Michael Lee Wilson casi le pasó lo mismo: consiguieron que dejara de patalear y moverse en "solo" veinte minutos. Por si no es suficientemente macabro, piensen que en la ejecución se limpia con alcohol la zona donde le van a poner las inyecciones intravenosas para asegurar la asepsia. ¿Será por si algún día deciden que la tortura puede proseguir hasta matarle de septicemia?