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Libertad de película

Escuché a Ramón Andrés, flamante premio Príncipe de Viana de este año, que una de las urgencias de la época es la de tener opinión de todo, lo que no deja de ser una tiranía. A mí, como punto de partida, me parece de una gran sensatez, formarse una opinión debería ser un trabajo como cualquier otro, con su búsqueda y jerarquización de información plural, con sus tesis, sus antítesis y sus síntesis que a su vez vuelven a ser tesis en un planteamiento posterior si es que el sujeto o la sujeta quieren abandonar la condición de seres atados a un palo y dar libertad al pensamiento y por lo tanto a la acción.

Leo que una señora que apura la cuarentena anuncia a los cuatro vientos que se reconstruye el himen. Otra pide la nulidad tras lustros de matrimonio. Una tercera acaba de dar a luz con sesenta y cinco tacos. Siendo fraudulento, lo de trucar el cuentakilómetros para vender el coche se entendía mejor. De lo suyo gastan, diría mi vecina, que es de las que no opinan por principio. La libertad es la tesis, desde luego. ¿Ponemos como antítesis la aceptación de las elecciones personales del pasado (en las que, por supuesto, ninguna de las tres negará que intervino, siquiera como ingrediente, la libertad, tanto en la deconstrucción del himen, como en la celebración del matrimonio como en la decisión de no concebir durante la larga etapa en el cuerpo y la esperanza de vida estaban por la labor). Qué penita de cartelera. Todo va de reestrenos de serie B. La síntesis se la dejo a ustedes, que no me quiero poner dogmática y me estoy dando tiempo para hacerme una opinión.