Cuerpo
Desde hace un par de semanas, de la pared de enfrente cuelga un dibujo que cada vez que levanto los ojos de la pantalla me obliga a hacer el doble ejercicio de reconocerlo como el objeto que ahora está ahí y de reconocerme. Esa soy yo -me digo-, vista de espaldas, pero la extrañeza sería la misma en una imagen frontal. Yo soy ese cuerpo del que a veces pienso que ha hecho su propio recorrido. El cuerpo se percibe a veces extrañamente ajeno. Yo, también es cierto, parecería otra, que también soy, si en vez de los de Amaia, que me quiere, otros ojos hubieran mirado de otra forma y otro pulso hubiera sujetado el lápiz.
Posar es interesante. Exponer el cuerpo, en primer lugar, a la mirada propia, contaminada por la memoria del cuerpo pasado, adoctrinada por los cuerpos perfectos y canónicos y después, pero al mismo tiempo, a quien ha de registrar y evaluar cada detalle para crear una impresión global de movimiento, volumen, luz, actitud, textura, y producir una imagen coherente y perdurable que se erige con la solidez de un veredicto.
Vuelvo al dibujo, que voy integrando, y a mi corta experiencia como modelo, porque me he topado con la obra de Julia Kozerski, una fotógrafa que ha documentado su adelgazamiento. Lo titula Half, literalmente, mitad, está en la Red y pueden buscarlo. Por colocarse ante el objetivo, por las decisiones que ha tomado para elaborar las imágenes y sobre todo, por enfrentar el duro proceso de adelgazar más de noventa kilos -ella habla de su travesía- la valentía de Julia es innegable. Y es precisamente la distancia inmisericorde con que se presenta la que nos permite mirar amorosamente su cuerpo, que es ella.