La primera noticia fue un mensaje de guasap que al principio me confundió por la homonimia. CUP (Candidatura d’Unitat Popular) y cup (copa en inglés) facilitan el enredo, la verdad. Después, un rastreo de la prensa me sacó de dudas. La CUP (Candidatura d’Unitat Popular) de Manresa quiere fomentar el uso de la copa menstrual (cup) como alternativa al tampón y las compresas en el marco de una campaña para mejorar la salud y la información sexual de las y los jóvenes. Hasta ahí la gracia, meramente lingüística. Enseguida entendí que alguien ha empezado a usarla, no que se hubiera afiliado a ninguna formación política. Pero sí es política la reacción suscitada en una sociedad preocupada (¿?) por la salud y la ecología.
Cualquier cosa que tenga que ver con el cuerpo y el cuerpo femenino es política. Por sobrepresencia o por sobreocultación. Por el tono tantas veces cómico o chusco de la información y los dignos aspavientos de la contrainformación. Por la gracia puñeteramente política que hace todo lo relacionado con la regla, desde la atribución a su presencia de severas patologías conductuales hasta la desvalorización de las opiniones de quienes la producen, por no hablar del mensaje negador con que la industria vende una ingente cantidad de productos desechables, blancos blanquísimos ¿blanqueados con qué productos, con qué procesos, fabricados con qué derroche de materias primas, con qué efectos?) eficaces para recibir un fluido que nunca ha sido azul purísima. Una mujer con la regla es para partirse de risa. ¿Y hablar de ello en público? Más. Como también es objeto de sorna una mujer con la menopausia y una mujer mayor es ya gracioso que te partes y ni te cuento si se cae. El desprestigio y banalización de una campaña como esta nos retrata bastante bien.