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El nuevo Orden

Yo no sé ustedes, pero servidor echa en falta la protesta. Aquella que llenó las calles, los despachos, los colegios y las administraciones durante la upenización de la sociedad navarra. Algo que duró décadas. Uno tiene la sensación de que el viejo orden navarro, aquel sanzismo y posterior barcinato con su mayismo municipal, ha sido sustituido por un nuevo Orden amable, conciliador y participativo. Y hay que darle la bienvenida tras años de encabronamienmto social. Pero hasta cierto punto. Servidor nota que en este ambiente tan simpático nos estamos perdiendo algo. Algo que antes ensayábamos a diario. Que porque nos lo ponían a huevo, pues sí. Pero también porque activábamos día sí día también la disidencia y las neuronas radicales de la crítica. Y eso se echa en falta. Y me da igual quien gobierne. Porque se trata de mantener la radicalidad a flor de piel, incluso con el viento de popa. Ir a la raíz de las cosas para destripar las contradicciones de los procesos, las dinámicas y las estrategias que nos gobiernan. Ese es el catecismo de la izquierda. ¿O no? Pero noto en las izquierdas gobernantes síntomas de desnaturalización prematuros. Como si el consenso nos hubiera normalizado a todos, cuando no normativizado. Servidor sabe que estamos en un momento de hibridación entre lo que decae y lo que emerge. Por eso hay que detectar los tics que hipotecan a la vieja política. Incluso de izquierdas. Por eso hacen falta ideas que nos increpen, no solo por simbólicas, que también, sino por la rotundidad de su formas. Ideas que nos cuestionen los discursos y prácticas hegemónicas sin caer en la placidez autocomplaciente del “en eso estamos”. No estaría mal que nuestros gestores y políticos combinaran ambición institucional y pulso activista. Que se plantearan preguntas incómodas en vez de respuestas ya ensayadas.