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Beltrán

beaumont soliviantó a Beltrán. La consejera foral de Justicia e Interior consideró que “no era necesario” haber practicado con nocturnidad las detenciones de los acusados por la agresión de Altsasu/Alsasua, puesto que habían declarado o se habían presentado voluntariamente a declarar. Tildó de “extrapolación” la calificación de los hechos como un delito de terrorismo y calificó de “exageración” los ingresos en prisión. La portavoz parlamentaria del Partido Popular en Navarra miró el reloj de su muñeca y estalló: “Beaumont no puede permanecer ni un minuto más como consejera”. A su juicio, es de “suma gravedad” que ponga en cuestión decisiones judiciales, lo que hace perder “confianza” en su “ecuanimidad y objetividad” como cargo público. Además, crea alarma social. Ana Beltrán está cualificada para su estricto diagnóstico y su fulminante receta. Aunque pertenezca a una familia bodeguera, el vino no ha nublado su cerebro. Beltrán milita en un partido caracterizado por un respeto escrupuloso a la Justicia: ajeno a la politización de las altas Magistraturas y de los órganos de gobierno de los jueces; mudo ante procedimientos y sentencias que le afectan; obediente, diligente y eficiente en la colaboración con los requerimientos judiciales; aportador de pruebas cinceladas a martillo; defensor a ultranza de la denominada justicia universal; facilitador inmediato de la investigación sobre comportamientos irregulares de cuerpos y fuerzas de seguridad a sus órdenes; sensible y activo ante las denuncias de torturas o de falta de investigación de las mismas por parte de organizaciones mundiales y tribunales de Derechos Humanos; cooperador entusiasta en la investigación judicial de crímenes del franquismo; fulminante con los responsables de evidencias de espionaje político; implacable en Navarra con militantes incursos en los papeles de Bárcenas. La portavoz Beltrán está colmada de avales. Sobrada. Botella de diseño, vino rancio.