Este miércoles Joseba entró en casa con el periódico agitándose en una mano y dando un portazo con la otra. Marta acababa de volver del trabajo y ambas cosas la descolocaron. Hacía meses que no podían permitirse comprar la prensa, desde que a Joseba se le terminó el subsidio de desempleo. Los 940 euros que ingresa Marta después de doblar jerseys y colgar vestidos en perchas ocho horas diarias no dan ni para el café de media mañana con las chicas, la verdad. Y Joseba es un tipo de natural tranquilo. Pero cuando llegó estaba tan excitado que no conseguía explicarse.

-¿Has visto lo del suelo?

-Ya, el del portal, ¡asqueroso! Esa gente que se lanza a beber en Santo Tomás? ¡Y es que no saben! Tendríamos que darles un curso?

- ¡¡No!! ¡Digo las cláusulas suelo de la hipoteca!

-La cosa era que nos devolverían lo que nos hubieran cobrado de más desde 2013, ¿no?

-¡Sí, pero mira el periódico! Lo nuevo es que nos van a tener que pagar todo lo que nos habían estafado ¡¡desde el principio!!

-¿Qué dices? ¿Cuándo compramos el piso? ¿En 2006?

-¡¡Sí!! ¡Igual nos tienen que dar tres mil y pico euros! ¡O más! Lo ha dicho el Tribunal de Justicia europeo.

-¡Entonces lo vamos a hacer! ¡Nos vamos a ir ese fin de semana a Madrid que llevamos deseando un año! ¡Y le voy a comprar a mi madre un bolso! ¡Ya está! Es como si de repente te saliera trabajo para tres meses, ¿te das cuenta?

-Bueno, el finde y el chaquetón cuando cobremos, pero tú y yo un homenaje esta noche con 60 euros que tenía guardados para alguna emergencia nos vamos a dar? Venga, ponte un poco más guapa si quieres, nena, ¡que salimos a cenar!

-¿Sabes?? Es como si nos hubiese tocado un poco la lotería? Como un regalo.

-Sí, pero de lo que era nuestro.