La Le Pen foral quiere un frente nacional en Navarra. Ana Beltrán, presidenta y portavoz parlamentaria del PPN, plantea la opción: “Llegado el momento, igual hay que plantear una alianza con UPN, PSN y Ciudadanos para echar al cuatripartito” del gobierno. De paso, camuflaría su creciente debilidad y desprestigio. Y distraería el acecho de C’s. Lo predica en cuantos púlpitos le son dados. Esparza aclara con tiempo que irá “con sus siglas”, lo que no agota las opciones de alianza. UPN tiene hígado político para depurar el empacho de corrupción del PP. Acrítico con el socio estatal. La actitud del PSN dependerá de su cuenta de resultados, aunque su tendencia natural está bien contrastada. Beltrán y su particular concepto de la soberanía popular: el deseo de que el PPN pierda su presencia parlamentaria -su desaparición en sentido de capacidad representativa- es una agresión; el deseo de que el desalojado sea el cuatripartito, una bienaventuranza. Sin miramientos: “Que no vuelvan a gobernar”. Un pensamiento en su frontispicio politico: “La identidad de Navarra no se toca”. Defiende y trata de imponer su particular concepto de identidad navarra como la colectiva e inmutable. La actual identidad jurídica y administrativa de la Comunidad Foral viene determinada por un proceso constituyente español acojonado y un Amejoramiento del Fuero negado al refrendo social. Sin embargo, la identidad étnica, sentimental, cultural, es plural, rica y nada monolítica. Muchas formas de sentirse navarro, como demuestran los estudios sociológicos. El euskera es otra obsesión en el capítulo de fobias de Ana Beltrán, acérrima partidaria del apartheid geográfico-linguístico. Nuestra Le Pen sostiene con orgullo: “Nunca falto a la verdad”. La hemeroteca rebosa de afirmaciones falsas en confrontación con la realidad documentada. Sus falsedades desbordan los límites aceptados de la controversia parlamentaria. Ana Beltrán: rigor en severidad. No en precisión.