María Chivite revalidará el próximo fin de semana la Secretaría General del PSN-PSOE. Es la única candidata. Objetivo: gobernar en Navarra en 2019. Chivite es marca de vino; en política se transforma en espumoso. Hechos probados: el PSN, constituido en 1982 tras desgajarse del PSE, consiguió en la primera Legislatura del Parlamento Foral un 36% de los votos y 20 parlamentarios; en la presente, la novena, un apoyo del 13,5% de los votantes y 7 parlamentarios. Lista más votada en dos elecciones consecutivas, gobernó Navarra desde 1984 hasta 1991. También unos meses en 1995-96, en coalición con CDN y EA y el apoyo parlamentario de IU. La cuenta suiza del caso Otano cerró el despacho presidencial. Desde entonces, el PSN ha impedido con reiteración gobiernos de cambio -en contra de compromisos publicitados en campaña- y hasta ha gobernado en coalición con UPN. De hecho, el cambio llegó la única vez que el PSN no pudo impedirlo. Tras el Congreso Federal, Chivite comentó: “En el PSN no hay nada nuevo: apostábamos por gobiernos de izquierda y progresistas, y allí donde hemos podido hacerlo lo hemos hecho”. Una encuesta publicada mediada la legislatura adjudicaba al PSN tendencia a la baja: dos puntos de caída porcentual y un escaño menos. El secretario de Organización saliente y actual secretario federal de Coordinación Territorial, Santos Cerdán, concretó con qué partidos nada tienen que ver: UPN, PP y nacionalistas. Curioso, porque sus cuentas asimilarían un cuatripartito con Podemos, Izquierda-Ezkerra y Geroa Bai (que es nacionalista y a cuyo gobierno acusan de políticas identitarias). ¿Qué haría Barkos si pudiera elegir entre los excluyentes PSN y Bildu para gobernar? Santos enfatiza: “ya no caben los vetos de otras ocasiones: lo que pase en Navarra en el futuro, lo decidirán los militantes de Navarra”. Con la calculadora electoral y la veleta ideológica. Igual quitan un poco de óxido al giro a la izquierda. Para chirriar menos.