En Primaria y Secundaria las chicas van por delante. En la universidad sacan mejores notas. Y también en las oposiciones públicas (al menos mientras las pruebas son anónimas). Ya hay más juezas que jueces, es solo un dato. Entonces, ¿las chicas son más listas? Esa insidiosa pregunta siempre ha estado ahí de un modo soterrado y supongo que cada cual tendrá su pequeña respuesta particular más o menos malintencionada. Ahora bien, sin entrar en detalles capciosos, hay algo que sí parece indiscutible: las mujeres, en general, creen conocer bastante bien el mecanismo del cerebro masculino (de hecho, expresándolo con delicadeza, podríamos decir que lo consideran simple y previsible), en tanto que los hombres, por el contrario, tendemos a pensar que el cerebro femenino es enrevesado y está compuesto por una gran variedad de resortes misteriosos. Lo cierto es que últimamente están descubriéndose, entre ambos cerebros, cada vez más diferencias anatómicas y funcionales que se traducirían en una relativa divergencia en lo que se refiere, por ejemplo, al proceso de adquisición del lenguaje, el modo de afrontar y resolver las situaciones conflictivas, el tratamiento y gestión de los recuerdos o incluso la propensión a determinadas enfermedades mentales. Sin embargo, y esto es quizá lo mejor de todo, no ha habido hasta ahora científico alguno capaz de afirmar que uno de los dos sexos posea capacidades cognitivas superiores a las del otro, lo que, sin dejar de ser un alivio, viene en realidad a demostrar que la ostensible desigualdad laboral o el hecho, sin más, de que las diferencias salariales entre hombres y mujeres en España ronden el 25%, solo pueden deberse a factores culturales. Los prejuicios, los atavismos, los convencionalismos y las rancias tradiciones son factores culturales. Pero por muy culturales que sean, algunos de ellos son deplorables y merecen ser erradicados.