Paradojas de la era de la información: imposible enterarse de lo que pasa en Cataluña porque primar la información sobre la opinión es antiguo. Por aquí, los medios han desistido ya de contar manifestantes, ni siquiera se atreven a poner fotos cuando hay mucha gente y son enemigos de la línea editorial, para que parezca que son menos. Luego viene lo de la opinión al peso: la selección de famosos que se acumula al lado de cada facción ya era excesiva hace un mes, no digamos ahora. El vaivén de opiniones de expertos jurídicos pone de manifiesto que basta con un texto suficientemente ambiguo y una mano ejecutora suficientemente dura para justificar casi cualquier cosa. Según qué cadena has pinchado uno pasa de sedicioso a preso político, y a veces las dos cosas a la vez. Ves erigidos como adalides de la democracia a quienes la vapulean en cuanto pueden, seguidos de una masa de ultras agitando odio. Y miras para otro lado y como jugando al escondite, enarbolan la libertad y la autodeterminación quienes andan aún escondiendo corrupciones. Bueno, eso lo tienen en todos los lados, pero hoy no toca, porque lo que toca es eso de la patria, la unidad y un artículo de una constitución caduca.

He descubierto que la prensa inglesa tiene esa distancia (quizá al estar experimentando ese alejamiento de la burocracia europea) que le permite recoger las declaraciones y los hechos de una manera más objetiva. Por ejemplo, hasta se permiten el lujo (quizá vistos los tiempos la perversión) de reconocer cuando se equivocan y meten la pata dando pábulo a una noticia falsa. “Catalonia is a region in north-east Spain. It has its own language, parlament, flag and anthem”, escriben en la BBC: La crisis de Cataluña en 300 palabras. A ver si consigo sacar algo en claro, al menos de paso practico inglés.