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El próximo 8-M

La huelga del 8 de marzo está levantando una hermosa polvareda. Comparo las reacciones con las suscitadas por las recientes movilizaciones por las pensiones y me sorprendo. La sorpresa es un buen comienzo. Entre los y las jubiladas hay situaciones de lo más heterogéneo pero un dato, la pérdida de poder adquisitivo, es suficiente para aglutinar a gentes diversas. Comparten condición, lo tienen claro. Ante el 8-M muchos argumentarios intentan convencer de lo contrario, de que cada mujer decide y crea sus propias condiciones con independencia del contexto. Si me pusiera cursi y lírica podría decir que afirman que cada mujer es un verso suelto.

Para reforzar la confusión, datos discordantes. Se habla de brecha salarial y se aportan cifras tan distantes que unas duplican a otras. Es imposible hacer un pan de un kilo y otro de dos con idéntica cantidad de ingredientes, así que para llegar a resultados tan distantes ni el punto de partida ni la intención han sido coincidentes. Deberíamos sospechar y luego buscar en Google. Conocer el significado de los conceptos antes de utilizarlos.

Todo esto me produce una pereza bárbara porque luego nos escandalizamos con el informe PISA y resulta que los adultos y adultas somos de un ceporro reticente. ¿Para qué saber si ya tengo opinión? Había un chiste hace miles de años. Un alumno se presenta a un examen oral de química y le preguntan por el ácido sulfúrico. No tiene ni idea y tras vacilar dice que es de color amarillo. El profesor tiene buen día y le contesta que hombre, que de lejos y en grandes cantidades pudiera ser así, pero que diga algo más. Sabor agradable, contesta el alumno. ¿Sabor agradable?, pregunta el profesor. ¿Qué?, contesta el mocete, pues a mí me gusta.

Pues, ale, a brindar con sulfúrico.