a estas alturas, muchas personas estarán más que aburridas del vendaval levantado por la sentencia de La Manada. Claro que nadie puede sentirse tan asqueada por este asunto como la víctima, sobre todo desde que el tribunal le informó de que no fue violada y, en su ignorancia, algunos cavernícolas con mala sangre entendieron que se levantaba la veda contra ella buscando equiparar el abuso sexual a la invención de un delito.
Sí, han pasado varias semanas desde que conocimos el fallo por la agresión sexual más mediática que podemos recordar pero, independientemente de lo que pensemos de la resolución judicial, lo que no tiene perdón es que una calaña de mala gente sin escrúpulos y machista hasta médula utilice páginas web y redes sociales para emitir datos personales y fotos de la muchacha, así como amenazas e insultos. Si con ello pretenden vengarse de la denunciante por sentirse miembros del club de fans de los condenados, si son violadores en potencia, unos impotentes en sus relaciones con las mujeres o simples anormales de la vida da lo mismo. La Policía está buscando a los autores de esos mensajes -espero que haga lo mismo con quienes los difunden y comparten una y mil veces- y un juzgado ha abierto diligencias al respecto. Muchos de nosotros nos conformaríamos con escupirles.