Sabemos que quedan pocas semanas para Sanfermines cuando el Ayuntamiento nos pide que votemos el cartel de fiestas de entre un grupito de obras preseleccionadas. Otros síntomas inequívocos de que las fechas se nos echan encima son la llegada del calor y las preciosas tardes de junio -aunque este año no es el caso-, la colocación del vallado, el creciente nerviosismo de los repartidores, la tradicional incautación policial de un mogollón de droga destinado a la venta en Pamplona, etc.
De un tiempo a esta parte, otro ejemplo de que ya huele a toro, como se decía antes, es la presentación de candidatos para lanzar el txupinazo. De siempre, era honor que sólo correspondía a alcaldes y concejales. Ellos se lo guisaban y ellos se lo comían pero, cosas de la política, empezaron a colarse en el balcón más famoso cada 6 de julio algunos deportistas y se abrió la espita a diversos colectivos. A muchos nos pareció bien, pero ahora -y hasta el próximo día 21- nos toca elegir entre Rastrojo, como representante de los pastores y del encierro, Los Amigos del Arte en su centenario, Motxila 21 -el grupo musical de chavales con síndrome de Down- y la asociación de familiares de menores en situación de transexualidad Chrysallis Nafarroa y no es fácil. Casi añoro los tiempos pasados...