A lo que se ve, Esparza ha esperado a los 48 años para aprender a sumar y si el 3 de enero de 2019 dijo que UPN y PPN "no sumamos más yendo juntos" a las elecciones forales en marzo de 2019 sí que deben de sumar más porque volverán a ir unidos. Suman más por la sencilla razón de que el PPN corría serio riesgo de no pasar del 3% de votos recibidos y por tanto no contar con parlamentarios, con lo cual 10.000, 9.000, 8.000 o los equismil votos que ustedes quieran se podían ir al limbo. Ahora, pasarán a engrosar la bolsa de UPN y ya nada se desperdicia sino que suma para el frente contra el cuatripartito, el único que le preocupa e incumbe a Esparza, quien, no olvidemos, tampoco dudará en pactar con antiforalistas como Ciudadanos o si es caso Vox. No van a dudar, por mucho que se les llene la boca: no van a dudar.

Dicho eso, mal harían los partidos que ahora misma ostentan el poder si se dedican casi exclusivamente a afear al rival con quién pacta y con quién no, puesto que esto es algo que la derecha ha hecho siempre cuando de ser prácticos y eficaces se trata, algo que el ahora tan, al parecer, puro Miguel Sanz también hacía, porque no olvidemos que Miguel Sanz ha ido en coalición con el Aznar de las Azores y el PP de después del 11-M, una coalición que solo rompió cuando el PSOE le demostró fehacientemente en agosto de 2007 que se bajaría los pantalones por los siglos de los siglos.

Así pues, el cuatripartito mejor hará poniéndose las pilas, porque ahora sí que hay en sus filas riesgos serios de que votos se vayan por el sumidero, como esa I-E que hace poco optó por ir en solitario y no asegurar escaños para amblas siglas con Podemos y más opciones de seguir gobernando cuando en 2015 IE sacó el 3,7%, por los pelos por encima de la barrera legal. La derecha no suele jugar con esos fuegos y por eso se quema menos veces. Y le importa un carajo lo que le digan.