La semana pasada declaró Rajoy en el juicio del procés y tuvo mucho éxito un tuitero con este tuit: Te pones un vídeo de Casado y después ves a Rajoy declarando y te parece Séneca. Es cierto, el nivel de Casado, mentiroso compulsivo y faltón sin tasa a partes iguales, eleva a su antecesor a estaturas míticas. Casado vino ayer a Pamplona y firmó el pacto UPN-PPN con Esparza, al que le pasa algo parecido aunque no igual: ni por asomo tiene las virtudes que tuvo Sanz y ni de lejos el carisma que exhibió Barcina durante muchos años. Esparza es más plano que el Giro de Italia de los primeros años 80 y, además, con la deriva macarra y faltona en la que se metió UPN desde el inicio de legislatura no ha hecho sino perder la parte de imagen, que la tenía, de persona cuando menos respetuosa y educada. Se lanzaron al barro, la descalificación, la intoxicación y la mentira desde el minuto 1 y llega a 2019 tan apretado que ha tenido que firmar con quien dijo tanto en 2017 como hace nada que jamás firmaría: con el PP más corrupto, escorado y ultracentrista de la Hª y, para rematar, en manos de un sujeto como Casado. En ese contexto, el presidente de UPN supongo que valoraría como un fracaso absoluto de su gestión no superar los apoyos recibidos en 2015, que fueron -sumando UPN y PPN- del 31,37% de los votos, la cifra más baja desde 1991 (34,95% lograron en coalición en 1991; 31,97% en 1995 -CDN, escisión de UPN sacó el 19%-; 42,37% en 1999; 42,48% en 2003; 42,20% en 2007; 42,96% por separado en 2011; y los mencionados 31,37% por separado en 2015). Como se ve, una horquilla siempre superior al 30% y 4 veces por encima del 42% entre 1999 y 2011, una cifra que se elevaba al 50% del electorado sumando al navarrista CDN. Así pues, todo lo que sea no pasar del 31,37% de 2015 debería conducir directamente a Esparza a presentar su renuncia a seguir liderando el barco de UPN.